La historia es más o menos conocida. A fines de 2008, Honda dejó la Fórmula 1. No tenía ni idea del coche que estaban preparando Ross Brawn, el director técnico del equipo, y sus huestes. Para evitar los efectos de una reputación negativa, los japoneses se avinieron a pagar buena parte de las cuentas durante el 2009. El ingeniero inglés se hizo cargo abonando un precio simbólico: una libra esterlina. Con los resultados conocidos: Brawn GP fue campeón de pilotos y de constructores en el único año de su participación en F-1. Tan buena fue esa campaña que interesó gratamente a los popes de Daimler AG, o sea Mercedes Benz. Compraron el 75 por ciento del equipo, trajeron a Michael Schumacher a bordo rescatándolo del retiro y, ¿qué pasó? Así como el Brawn BGP001 había sido desarrollado en 2008 con dinero de la Honda, el W01 fue concebido en 2009 con dinero de… nadie. Brawn venía de despedir a la tercera parte de la fuerza de trabajo y estaba escaso de divisas para seguir el desarrollo de su auto campeón. Ahora Daimler acaba de comprar el 25 por ciento restante del Mercedes Grand Prix, del cual Ross Brawn ya no tiene ni una mísera acción. Eso sí: calculan en Inglaterra que estos movimientos de los dos últimos años, desde que se puso el equipo al hombro hasta esta última firma, le reportaron no menos de 70 millones de dólares…

28/2/2011