“MI HERMANO
LO FUE
A BUSCAR
MUERTO AL
AUTODROMO”
Por Carlos Saavedra
Se le llenan los ojos de lágrimas a Rubén Salerno, aflora el padre, el hombre; el corredor de autos queda relegado. El conocido Tano del ambiente del automovilismo, al igual que la familia, lucha palmo a palmo junto a su hijo Eugenio. El chico aún permanece internado en estado delicado en el Hospital de Alta Complejidad El Cruce de Florencio Varela, se debe al tremendo accidente sufrido el 16 de mayo pasado en el TC Pista Mouras en el autódromo platense.
Rubén aceptó la invitación de Juanjo Monteagudo, dueño del JM Motorsports para que volviera a correr con el Bora en TC 2000, y se calzó de nuevo el buzo y el casco en Resistencia. “Le propusimos que corriera, como una forma de aflojarse un poco, no la está pasando bien; va desde su casa al sanatorio donde está internado Eugenio desde hace mas de un mes”, dice Juanjo a VisiónAuto. Rubén aceptó y por eso se lo vio en Chaco, entusiasmado, ilusionado pero en este caso, porque su hijo de 23 años recién cumplidos, salga adelante; “los cumple el 24 de junio, el mismo día de Fangio, de Sábato”, recuerda con una sonrisa.
Menos importancia que de costumbre, seguro, tuvo el resultado de la carrera para Salerno (llegó 23º); no olvidó a su hijo en casi ningún instante, y deseoso de volver para llegar al horario de visitas a terapia intensiva, valoró el gesto de Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Auto Argentina, y viajó en el avión privado del empresario. A las 7 de la tarde del domingo estuvo junto a Eugenio. Arriba del Bora amarillo puso la misma garra que lleva adentro desde sus comienzos, la que mostró durante años en Turismo Carretera y ahora en TC 2000, ¿Qué no pelea la punta?, que importa, igual le pone el alma.
De esa misma manera ruega para que Eugenio se recupere, “la está peleando, pero va a salir. La verdad, son momentos muy difíciles, duros; pero bueno, no hay que decaer. Todos están haciendo el máximo esfuerzo, por eso no me puedo olvidar de agradecer al Dr. Martín Fernández del Autódromo Roberto Mouras, el apenas sucedió el accidente le salvó la vida a mi hijo, también a Hugo Mazzacane. Por supuesto a los médicos neurólogos del Hospital Melchor Romero que se jugaron la vida, los doctores Baldovino y Abona, y a los que lo atienden ahora como la Dra. María de los Angeles García", menciona Rubén.
El accidente, producido cuando el auto del pibe quedó cruzado en la pista luego de un trompo al salir de la última curva y fuera embestido por el de Carlos Gregorietti, se produjo el 16 de mayo. Un par de horas más tarde que Salerno junto al resto de los pilotos argentinos que había corrido en Alemania en las 24 Horas de Nurburgring de Turismo. Se angustia Rubén cuando recuerda aquel día, “lo llamaron al celular desde La Argentina al Negro Cersósimo (otro de los pilotos del equipo que había corrido), cuando lo escuché decir "nooo!, no puede ser!", dije ¡zas!, se pegó Eugenio. Justo yo estaba pensando un rato antes que mientras nosotros terminábamos de correr, el largaba en el Mouras”. “No, no te puedo contar lo que sentí, me puse como loco, no entendía nada, fue terrible; el viaje de vuelta fue interminable...", confiesa.
Eugenio ha sido operado tres veces, para contener hemorragias internas debido a las siete costillas fracturadas y a modo de descomprimir el cerebro, las intervenciones fueron exitosas. “De a poco mejora, después vendrá el momento de tratar la fractura en la pelvis, en el brazo y la distensión de ligamentos en una rodilla". Estuvo al borde de la muerte antes de ser internado en el Melchor Romero.
Es duro, conmueve el relato de Rubén, “mi hermano Francisco es médico, el estaba mirando por televisión la carrera de Eugenio y cuando vio el accidente apagó el televisor y le dijo a una tía, “vamos al autódromo”; lo fue a buscar muerto…”.
El chico pesaba 55 kilos, pero ilusionado por correr, le había metido duro al gimnasio, “llegó a los 61 kg, era pura masa muscular; además no toma, no fuma, lleva una vida, es un pibe de la p.. madre; sino tenía 22 años y esa fortaleza, no sé”, piensa con orgullo de padre y de nuevo con los ojos vidriosos.
“El Dr. Martín Fernández del Mouras, le salvó la vida apenas pasó el golpe; lo sacó de entre los fierros retorcidos, estaba entre los caños de la jaula que se metieron para adentro por el terrible golpe en el costado del auto, eso le produjo las fracturas en las costillas y la lesión en el bazo; Fernández le salvó la columna, mi hijo quedó retorcido entre los caños. Enseguida llamó al Melchor Romero y les dijo que mandaba un accidentado muy grave…”. Días mas tarde, cuando fue posible, por su traslado al centro alta complejidad de Florencio Varela, Salerno no se olvida de la mano que le dieron también el Ministro del Interior, Florencio Randazzo y el Pingüino Julio Catalán Magni.
“Fuerza Eugenio”, dice la leyenda pintada en la trompa de los Bora de Juanjo Monteagudo; fuerza también le dan sus colegas de Salerno, los pilotos. “El equipo le hizo unas botitas a Eugenio, para que se las coloquen para dormir, así mantiene los pies en posición”, señala Monteagudo. “Los médicos le dicen a Rubén que no tienen apuro, por eso le van variando la medicación, lo ponen en coma inducido, luego lo sacan; lo importante es que reacciona a los estímulos”, apunta.
“Cuando tomé el avión para viajar al Chaco, me sentí extraño -reconoce el Tano-, como con algo de "culpa" por dejarlo a Eugenio; pero bueno, el sabe que estoy con el en todo momento y confiado en que saldrá aunque lentamente, de esta prueba que le puso y nos puso la vida…”.
29-6-2010
Rubén aceptó la invitación de Juanjo Monteagudo, dueño del JM Motorsports para que volviera a correr con el Bora en TC 2000, y se calzó de nuevo el buzo y el casco en Resistencia. “Le propusimos que corriera, como una forma de aflojarse un poco, no la está pasando bien; va desde su casa al sanatorio donde está internado Eugenio desde hace mas de un mes”, dice Juanjo a VisiónAuto. Rubén aceptó y por eso se lo vio en Chaco, entusiasmado, ilusionado pero en este caso, porque su hijo de 23 años recién cumplidos, salga adelante; “los cumple el 24 de junio, el mismo día de Fangio, de Sábato”, recuerda con una sonrisa.
Menos importancia que de costumbre, seguro, tuvo el resultado de la carrera para Salerno (llegó 23º); no olvidó a su hijo en casi ningún instante, y deseoso de volver para llegar al horario de visitas a terapia intensiva, valoró el gesto de Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Auto Argentina, y viajó en el avión privado del empresario. A las 7 de la tarde del domingo estuvo junto a Eugenio. Arriba del Bora amarillo puso la misma garra que lleva adentro desde sus comienzos, la que mostró durante años en Turismo Carretera y ahora en TC 2000, ¿Qué no pelea la punta?, que importa, igual le pone el alma.
De esa misma manera ruega para que Eugenio se recupere, “la está peleando, pero va a salir. La verdad, son momentos muy difíciles, duros; pero bueno, no hay que decaer. Todos están haciendo el máximo esfuerzo, por eso no me puedo olvidar de agradecer al Dr. Martín Fernández del Autódromo Roberto Mouras, el apenas sucedió el accidente le salvó la vida a mi hijo, también a Hugo Mazzacane. Por supuesto a los médicos neurólogos del Hospital Melchor Romero que se jugaron la vida, los doctores Baldovino y Abona, y a los que lo atienden ahora como la Dra. María de los Angeles García", menciona Rubén.
El accidente, producido cuando el auto del pibe quedó cruzado en la pista luego de un trompo al salir de la última curva y fuera embestido por el de Carlos Gregorietti, se produjo el 16 de mayo. Un par de horas más tarde que Salerno junto al resto de los pilotos argentinos que había corrido en Alemania en las 24 Horas de Nurburgring de Turismo. Se angustia Rubén cuando recuerda aquel día, “lo llamaron al celular desde La Argentina al Negro Cersósimo (otro de los pilotos del equipo que había corrido), cuando lo escuché decir "nooo!, no puede ser!", dije ¡zas!, se pegó Eugenio. Justo yo estaba pensando un rato antes que mientras nosotros terminábamos de correr, el largaba en el Mouras”. “No, no te puedo contar lo que sentí, me puse como loco, no entendía nada, fue terrible; el viaje de vuelta fue interminable...", confiesa.
Eugenio ha sido operado tres veces, para contener hemorragias internas debido a las siete costillas fracturadas y a modo de descomprimir el cerebro, las intervenciones fueron exitosas. “De a poco mejora, después vendrá el momento de tratar la fractura en la pelvis, en el brazo y la distensión de ligamentos en una rodilla". Estuvo al borde de la muerte antes de ser internado en el Melchor Romero.
Es duro, conmueve el relato de Rubén, “mi hermano Francisco es médico, el estaba mirando por televisión la carrera de Eugenio y cuando vio el accidente apagó el televisor y le dijo a una tía, “vamos al autódromo”; lo fue a buscar muerto…”.
El chico pesaba 55 kilos, pero ilusionado por correr, le había metido duro al gimnasio, “llegó a los 61 kg, era pura masa muscular; además no toma, no fuma, lleva una vida, es un pibe de la p.. madre; sino tenía 22 años y esa fortaleza, no sé”, piensa con orgullo de padre y de nuevo con los ojos vidriosos.
“El Dr. Martín Fernández del Mouras, le salvó la vida apenas pasó el golpe; lo sacó de entre los fierros retorcidos, estaba entre los caños de la jaula que se metieron para adentro por el terrible golpe en el costado del auto, eso le produjo las fracturas en las costillas y la lesión en el bazo; Fernández le salvó la columna, mi hijo quedó retorcido entre los caños. Enseguida llamó al Melchor Romero y les dijo que mandaba un accidentado muy grave…”. Días mas tarde, cuando fue posible, por su traslado al centro alta complejidad de Florencio Varela, Salerno no se olvida de la mano que le dieron también el Ministro del Interior, Florencio Randazzo y el Pingüino Julio Catalán Magni.
“Fuerza Eugenio”, dice la leyenda pintada en la trompa de los Bora de Juanjo Monteagudo; fuerza también le dan sus colegas de Salerno, los pilotos. “El equipo le hizo unas botitas a Eugenio, para que se las coloquen para dormir, así mantiene los pies en posición”, señala Monteagudo. “Los médicos le dicen a Rubén que no tienen apuro, por eso le van variando la medicación, lo ponen en coma inducido, luego lo sacan; lo importante es que reacciona a los estímulos”, apunta.
“Cuando tomé el avión para viajar al Chaco, me sentí extraño -reconoce el Tano-, como con algo de "culpa" por dejarlo a Eugenio; pero bueno, el sabe que estoy con el en todo momento y confiado en que saldrá aunque lentamente, de esta prueba que le puso y nos puso la vida…”.
29-6-2010
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5 comentarios for this post
fuerza ruben!, no aflojes, no aflojes que tu hijo va a salir de esta.
A uno que tenga hijos que tambien sean corredores y a otros como yo que solo se preocupa porque manejan en las calles locas de la argentina, lo que cuenta ruben salerno golpea fuerte. ojala que su hijo se mejore y que lo que paso sirva que no caiga en saco roto, o es que ya muchos se olvidaron?
estoy de acuerdo con los comentarios, y quiero tambien decir que quisiera saber cuales son los controles que se hacen parea correr en autos aca, a mi me parece que es un viva la pepa como tanttisimas cosas que pasan y vemos todos los dias
el angel de la guarda lo tiene de la mano. Confiá Ruben, todo va a salir bien!!
fuerza ruben ! todo va , a salir bien ,, te mando un beso y un abrazo. Aldo de san justo