Digna de la mejor ficción, pero bien real, fueron las escenas que siguieron al espectacular vuelco de Carolina Eiras en la clasificación de la Fiat Línea en Resistencia. Ver primero a un espectador saltar de alambrado y treparse al auto volcado para ayudar a la piloto, y luego observar que otro, descalzo y metido en el zanjón con el agua hasta las rodillas, iba en su ayuda, construyó una imagen inimaginable en una categoría que destila glamour y donde participan poderosos empresarios nacionales. El toque final de la fellinesca escena fue ver a Eiras, una ex campeona de ski de 41 años y madre de cinco hijos, emerger mojada pero ilesa de su habitáculo y saludando con las manos levantadas al estilo de los políticos con una sonrisa de oreja a oreja… Todo con el marco de uno de los circuitos más precarios del país y el alambrado que contiene al público a pocos metros de la pista. Lejos de asustarse por el accidente, Carolina volvió a subirse al auto al día siguiente, corrió la carrera y llegó 25.

Ver que un espectador llegó e intervino con más rapidez que los servicios de rescate no deja muy bien parado a los responsables de las medidas de seguridad. Y menos escuchando contar a Germán Herrera, el espectador, que ayudó a Eiras a salir del auto, por qué hizo lo que hizo y qué vio cuando llegó al Línea tumbado. “Fui ayudado por cuatro personas para saltar el alambrado luego de ver que nadie de la seguridad venía para ayudar. Lo primero que le pregunté a la piloto fue si se encontraba bien. Luego me puse a ayudarla ya que estaba desesperada por salir porque entraba agua al auto. Si ven los videos observarán que los bomberos y seguridad esperaban al costado del agua con barro para no ensuciarse, una vergüenza” relata Herrera, quien explica y hasta se disculpa por su intervención. “Sólo hice lo que cualquier persona habría hecho cuando ve a alguien que pueda estar en peligro. Reconozco que en estos casos la gente no debe ingresar al circuito, pero era probable que la piloto se estuviera ahogando y esos segundos eran valiosos para salvarla… Espero que puedan entenderme…”

Lo entendemos señor Herrera. En cambio no entendemos que les pasó a los servicios de seguridad. Esta vez el susto quedó en una anécdota hasta risueña, pero a no olvidar que pudo terminar de la peor manera. Simplemente basta acordarse de lo que contó la “voz del pueblo” representada esta vez por ese espectador que llegó antes que los que por obligación tenían que llegar primero.