Con Michael Schumacher no volvieron a la Fórmula 1 las vueltas que cortaban el aliento, los mágicos momentos de la conducción deportiva, la capacidad límite de llevar un automóvil al borde de la pérdida del control mientras se le extrae la mayor performance posible. Eso se extraña.

Los que volvieron fueron los instantes que producen vergüenza ajena, una colección de recursos poco edificantes, la constatación frecuente de que el genio está desviado. La conducta antideportiva flagrante.

"Lo que hizo Schumacher pasó la raya de cualquier código deportivo" Alex Wurz, ex piloto de F-1

Ya ni siquiera fue disputando el título el mundo, como contra Damon Hill en Adelaide o Jacques Villeneuve en Jerez. La política de tirar al rival contra el paredón no sorprende: ya lo había hecho hasta con su hermano Ralf. Sí llama la atención que sea ahora por el último puesto puntable de una carrera suelta de un campeonato que ya había dado por perdido. Porque quizás signifique que en el caso del alemán no es el fin el que justifica los medios, como siempre se creyó. Es algo más, algo peor. Algo que está en su constitución deportiva.

Se entiende la reacción, quizás un tanto desmesurada, Rubens Barrichello, uno de los pilotos que más cuentas tiene para ajustar con Schumacher en la Fórmula 1. Pero nada de lo que dijo luego suena descabellado:

“Los comisarios deportivos me mostraron la imagen, él viene con la cabeza inclinada mirando por el espejo retrovisor dónde está mi rueda… Por eso dije que tenía que elegir una línea y quedarse ahí, porque haciendo lo que él hizo los autos se tocan y salen volando. Si yo hubiera levantado cuando estaba pasando contra la pared, nos habríamos tocado. El vio que yo iba a ir por adentro y siguió”

“Probablemente es una de las peores maniobras que yo haya visto en mi campaña porque uno no espera después de tantas carreras que alguien haga algo así. El trae algo desde su pasado que no era necesario esta vez”

“No voy a hablar con él porque no resuelve nada. Ya lo conocemos: él siempre siente que tiene la razón. Dejó de correr tres años pero no cambió en nada. Sigue siendo el mismo tipo”.

“El problema es que nosotros somos los tipos más experimentados de la Fórmula 1, y si Michael hace eso, entonces parece que cualquier chico puede hacerlo también” Rubens Barrichello

Schumacher no se mostró arrepentido, ni siquiera después de la penalización que sufrirá en el Grand Prix de Bélgica, diecinueve años después de su primera competencia en Fórmula 1:

“Yo me estaba moviendo hacia dentro, y él tenía suficiente lugar para pasarme por afuera si quería”

“Uno puede cambiar la línea. Así lo hice yo. Obviamente que había espacio para que él pasara: no nos tocamos, así que supongo que le dejé suficiente espacio para que me pasara”.

“El me conoce: sabe que no regalo nada en una pista. Si querés pasarme, tenés que pelear por la oportunidad, y eso fue lo que pasó. Esto es Fórmula 1”

Esos diez puestos que Schumacher perderá en la largada de Spa-Francorchamps saben a poco. El alemán debió ser desclasificado. Porque, como bien argumenta Barrichello, dejar pasar esta tremenda infracción al sentido moral de la competencia en un deporte de riesgo como es el automovilismo, autoriza tácitamente a otros a intentarlo, a poner en práctica esa actitud viciada como maniobra defensiva. En Hungría no sucedió nada; no puede decirse lo mismo de otras maniobras similares. Mirá ésto:

Sucedió solo un rato después del Grand Prix de Hungría, en carrera de la Superleague en Brands Hatch. Conduciendo el auto del Olympiakos griego, el neozelandés Chris Van der Drift fue encerrado –de la misma manera que Schumacher hizo con Barrichello- por el francés Julien Jousse, que manejaba el auto de la AS Roma. Ya viste el horrible accidente: Van der Drift se rompió un tobillo y se lesionó un hombro y una mano. Pudo haber sido más grave todavía. Mucho más grave. Especialmente porque puede evitarse.

Para eso hay que aplicar el sentido común.

1/8/2010