NADA QUE DISCUTIR… ¿O SI?
Resultado final:
Jenson Button (campeón), 95 puntos
Sebastian Vettel (subcampeón), 84 puntos
El punto de inflexión del Mundial 2009 de la Fórmula 1 se produjo, a mi criterio, antes de cumplirse la primera vuelta del Grand Prix de Turquía. Sebastian Vettel había largado en pole-position y llegó a esa amplia curva a la derecha con una sólida vanguardia. Pero había viento cruzado, que tomó por sorpresa al alemán y de lleno al Red Bull-Renault RB5 en la enorme aleta trasera que remata la toma de aire. Demasiada superficie para semejante viento.
La distracción, mínima, mandó a Vettel fuera de los confines de la pista, por dos o tres segundos. Los suficientes para que Jenson Button tomara la punta y no volviera a soltarla más, para ganar por sexta vez en el 2009.
Para ganar por última vez en el 2009.
Supongamos, por un momento, que ese día no soplaba ni pizca de viento en todo el territorio turco. Que Vettel, entonces, llega victorioso a la meta en Estambul, en lugar de tercero como fue. Y que Button arriba, entonces segundo. ¿Cómo habría quedado el torneo?
Resultado final (hipotético)
Jenson Button (campeón), 93 puntos
Sebastian Vettel (subcampeón), 88 puntos.
Solo cinco puntos de ventaja. ¿Empate técnico? Algo parecido, subrayado por el hecho de que, en el nuevo escenario, Button habría ganado cinco Grands Prix en el año (Australia, Malasia, Bahrein, España y Mónaco) y Vettel habría vencido en… ¡la misma cantidad!: China, entonces Turquía, Inglaterra, Japón y Abu-Dhabi. Con igual número de victorias, esos cinco puntos de distancia entre uno y otro, entre la gloria y devoto, son menudencias. Porque además casi empatan también en los puestos de podio: Button fue segundo en Turquía (en nuestro escenario hipotético) y en Monza, Vettel fue segundo en Bahrein y Nurburgring; el inglés fue tercero en Shanghai y Abu-Dhabi, el alemán lo fue en Spa-Francorchamps.
La diferencia no está allí entonces. Está dónde radica la verdadera razón de esta definición que es más apretada de lo que parece. Al repasar la campaña 2009 del flamante monarca, uno se encuentra que solo en una ocasión no vio la bandera a cuadros. Fue en Bélgica, cuando un toque en el primer giro por parte del debutante Romain Grosjean lo dejó fuera de carrera. En la segunda mitad corrió especulativo, sí, corrió lento, quizás, pero hay que aceptar que Button no cometió errores que pusieran en riesgo sus posibilidades de coronarse.
Vettel, ocho años menor, con ocho años menos en la F-1 (debutó en 2007 mientras que el inglés lo había hecho a comienzos de 2000), mostró una propensión mayor a la equivocación. Se golpeó en Melbourne, cuando iba segundo, y se despistó también en Mónaco. Después abandonó en otras tres ocasiones, aunque más debido a los problemas motrices que afectaron su campaña en la segunda parte del año que a otra cosa.
En un año en el que los ensayos fueron quimera, el doble difusor del Brawn BGP001 pesó más que la suspensión trasera pull-rod y la aerodinamia superior del Red Bull. Los once puntos de ventaja de Button fueron quizás, como vimos, un exceso. Pero en el balance, su título está satisfactoriamente justificado.
A menos que alguien argumente lo contrario.
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